Kevin, sentimos mucho que después de una vida marcada por la violencia estatal, hayas sido deportado. Nosotrxs hubiéramos podido detener esta violenta deportación, y no hicimos lo suficiente. Como movimiento, tenemos que hacerlo mejor.
El domingo por la mañana, Kevin fue deportado a Haití. Gracias a un poco de atención pública, el Ministro de Inmigración Marc Miller reviso su caso, pero rechazó intervenir.
Kevin llegó a Canadá con 3 años y desde temprana edad, estuvo obligado a hacer parte del sistema de “protección” de menores. Fue abusado y traumatizado por este sistema, y sufrirá las consecuencias por el resto de su vida. Una de estas marcas imborrables fue su criminalización y el haber soportado todo el peso de un sistema penal racista, anti-negro y colonial. No satisfechos con haber encerrado a un hombre negro, el Estado canadiense inició los trámites para deportarlo a Haití, un país con el cual tiene pocos lazos y que dejo atrás a muy corta edad. Además, tras siglos de intromisión del norte imperial, Haití se encuentra en una situación tan inestable que inclusive Canadá ha suspendido las deportaciones hacía este país – excepto, claramente, para las personas que ha criminalizado. Y así, Kevin fue forzado a dejar su hogar y ser deportado a Haití el domingo por la mañana.
Bajo las actuales leyes y políticas de inmigración, es prácticamente imposible que él pueda regresar legalmente a Canadá. Inclusive si algún milagro ocurriese, le tomaría mínimo 5 años poder volver.
Tenemos que seguir luchando contra este sistema racista y supremacista blanco que gana elecciones a costa de lxs más vulnerables y marginalizadxs. Necesitamos ser más fuertes ya que la situación así lo amerita.